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El enigma de las Águilas Negras

El Senador Antonio Sanguino hace una reflexión sobre el  grupo criminal Águilas Negras

Se han constituido en un verdadero misterio. Como cuando el país se preguntaba en las décadas del 70, 80 y 90 que era y quienes estaban detrás de "La Mano Negra", aquella franquicia que como ahora, sirvió de amparo para acciones de "limpieza social" y de persecución violenta a sectores críticos al establecimiento político. Desentrañar quienes son y qué motivaciones tienen  las denominadas "Águilas Negras" constituye un prioritario desafío a la seguridad del país y a las garantías que toda democracia debe ofrecer al ejercicio de la protesta social y la oposición política. 
 
Las cifras son preocupantes. Entre el 2006 y el 2018 circularon en distintas regiones del país 282 panfletos firmados con esta sigla, y en lo corrido del 2019 aparecieron 7 nuevos, uno de ellos en Bogotá y otro en Putumayo contra destacados líderes de oposición. De ellos, según fuentes de inteligencia del Estado, 202 aparecieron en impreso, 35 en la aplicación para móviles WhatsApp, 32 en redes sociales y 13 por medio de correos electrónicos. Lo más relevante es que los panfletos aparecieron en ocho regiones del país: Atlántico, Sucre y Bolívar; Valledupar y Pueblo Bello en el departamento del Cesar,  Medellín, Eje Cafetero, Bogotá y  Cundinamarca, Valle y Norte del Cauca, Huila y Caquetá; y Nariño y Putumayo. Y lo más preocupante es que dichas amenazas coinciden en varios casos con el mapa de más de 400 asesinatos de líderes sociales y políticos, ocurridos desde el 1 de enero de 2016. 
 
La utilización de esta franquicia ha sufrido una mutación en el tiempo. Apareció justamente después de la desmovilización de las Autodefensas Unidas de Colombia -AUC- liderada por el entonces presidente Álvaro Uribe Vélez. Varias fuentes registran su nacimiento en la zona rural de Cúcuta cuando Máximo Cuesta Velandia, antiguo jefe paramilitar del Bloque Catatumbo al mando de Salvatore Mancuso, utilizó esta fachada con el pretexto de proteger ganaderos de dicha zona. Cuesta fue detenido en 2007 y condenado en el 2014 a 20 años de prisión.  Pero el primer panfleto firmado con esta sigla se conoció en el departamento del Magdalena en el mismo año del 2006 y se le atribuye a Miguel Adán Rojas Mendoza, alias "el Negro Rojas" detenido actualmente en la carcel Modelo de Barranquilla. Se dice que Arnulfo Sánchez, “El Señor del Desierto” o alias Pablo, detenido y extraditado a EEUU por narcotráfico en el 2010, utilizó la misma franquicia en La Guajira. Otros jefes paramilitares han sido identificados como usuarios de esta sigla : Luis Alberto Tuberquia, alias Memin, ex comandante del Bloque Noroccidental en Antioquia, hoy detenido, César Augusto Torres Luján en el sur de Bolívar muerto en el 2010 y Albeiro Antonio López señalado como el líder de una banda que usó esta denominación en el Caquetá. 
 
Sin embargo y a pesar de que las autoridades dicen haber desmantelado estas seis estructuras neoparamilitares, las amenazas e intimidaciones en nombre de las "Águilas Negras" se han multiplicado. Las autoridades y centros de investigación del conflicto armado desestiman su existencia como organización ilegal o banda criminal, tipo Clan del Golfo. Y no se conocen cabecillas militares definidos ni estructuras armadas tipo Autodefensas Unidas como en la época del paramilitarismo, pero el perfil de las personas amenazadas y el discurso que exhiben los panfletos indican una ideología de extrema derecha de corte fascista. Hasta el 2018 habían amenazado a 589 personas, en su mayoría defensores de derechos humanos y dirigentes de fuerzas políticas de oposición o de izquierda. Sin embargo para la misma fecha no existen capturas relacionadas con las amenazas y solo hay 53 investigaciones activas indagando sobre quiénes están detrás de los pasquines amenazantes. 
 
Conocido el perfil de las víctimas y el discurso de ultraderecha de los autores de los ataques y amenazas, le corresponde a las autoridades establecer si hay agentes del Estado atrapados aún en una lógica de "guerra fría" disparando y amenazando desde dentro de la institucionalidad. Y quienes, si existen, los apoyan y estimulan desde altas esferas del poder. Ello para no repetir la historia de la tristemente famosa "mano negra", aquel oscuro rincón del Estado o aquella zona gris entre legalidad e ilegalidad en la que se ampararon crímenes aún sin responsables con rostro y nombre conocidos y por consiguiente en la impunidad. Y para bien de la democracia. 
Se han constituido en un verdadero misterio. Como cuando el país se preguntaba en las décadas del 70, 80 y 90 que era y quienes estaban detrás de "La Mano Negra", aquella franquicia que como ahora, sirvió de amparo para acciones de "limpieza social" y de persecución violenta a sectores críticos al establecimiento político. Desentrañar quienes son y qué motivaciones tienen  las denominadas "Águilas Negras" constituye un prioritario desafío a la seguridad del país y a las garantías que toda democracia debe ofrecer al ejercicio de la protesta social y la oposición política. 
 
Las cifras son preocupantes. Entre el 2006 y el 2018 circularon en distintas regiones del país 282 panfletos firmados con esta sigla, y en lo corrido del 2019 aparecieron 7 nuevos, uno de ellos en Bogotá y otro en Putumayo contra destacados líderes de oposición. De ellos, según fuentes de inteligencia del Estado, 202 aparecieron en impreso, 35 en la aplicación para móviles WhatsApp, 32 en redes sociales y 13 por medio de correos electrónicos. Lo más relevante es que los panfletos aparecieron en ocho regiones del país: Atlántico, Sucre y Bolívar; Valledupar y Pueblo Bello en el departamento del Cesar,  Medellín, Eje Cafetero, Bogotá y  Cundinamarca, Valle y Norte del Cauca, Huila y Caquetá; y Nariño y Putumayo. Y lo más preocupante es que dichas amenazas coinciden en varios casos con el mapa de más de 400 asesinatos de líderes sociales y políticos, ocurridos desde el 1 de enero de 2016. 
 
La utilización de esta franquicia ha sufrido una mutación en el tiempo. Apareció justamente después de la desmovilización de las Autodefensas Unidas de Colombia -AUC- liderada por el entonces presidente Álvaro Uribe Vélez. Varias fuentes registran su nacimiento en la zona rural de Cúcuta cuando Máximo Cuesta Velandia, antiguo jefe paramilitar del Bloque Catatumbo al mando de Salvatore Mancuso, utilizó esta fachada con el pretexto de proteger ganaderos de dicha zona. Cuesta fue detenido en 2007 y condenado en el 2014 a 20 años de prisión.  Pero el primer panfleto firmado con esta sigla se conoció en el departamento del Magdalena en el mismo año del 2006 y se le atribuye a Miguel Adán Rojas Mendoza, alias "el Negro Rojas" detenido actualmente en la carcel Modelo de Barranquilla. Se dice que Arnulfo Sánchez, “El Señor del Desierto” o alias Pablo, detenido y extraditado a EEUU por narcotráfico en el 2010, utilizó la misma franquicia en La Guajira. Otros jefes paramilitares han sido identificados como usuarios de esta sigla : Luis Alberto Tuberquia, alias Memin, ex comandante del Bloque Noroccidental en Antioquia, hoy detenido, César Augusto Torres Luján en el sur de Bolívar muerto en el 2010 y Albeiro Antonio López señalado como el líder de una banda que usó esta denominación en el Caquetá. 
 
Sin embargo y a pesar de que las autoridades dicen haber desmantelado estas seis estructuras neoparamilitares, las amenazas e intimidaciones en nombre de las "Águilas Negras" se han multiplicado. Las autoridades y centros de investigación del conflicto armado desestiman su existencia como organización ilegal o banda criminal, tipo Clan del Golfo. Y no se conocen cabecillas militares definidos ni estructuras armadas tipo Autodefensas Unidas como en la época del paramilitarismo, pero el perfil de las personas amenazadas y el discurso que exhiben los panfletos indican una ideología de extrema derecha de corte fascista. Hasta el 2018 habían amenazado a 589 personas, en su mayoría defensores de derechos humanos y dirigentes de fuerzas políticas de oposición o de izquierda. Sin embargo para la misma fecha no existen capturas relacionadas con las amenazas y solo hay 53 investigaciones activas indagando sobre quiénes están detrás de los pasquines amenazantes. 
 
Conocido el perfil de las víctimas y el discurso de ultraderecha de los autores de los ataques y amenazas, le corresponde a las autoridades establecer si hay agentes del Estado atrapados aún en una lógica de "guerra fría" disparando y amenazando desde dentro de la institucionalidad. Y quienes, si existen, los apoyan y estimulan desde altas esferas del poder. Ello para no repetir la historia de la tristemente famosa "mano negra", aquel oscuro rincón del Estado o aquella zona gris entre legalidad e ilegalidad en la que se ampararon crímenes aún sin responsables con rostro y nombre conocidos y por consiguiente en la impunidad. Y para bien de la democracia. 

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